jueves, 19 de junio de 2014

La liberacion de campanilla



LA LIBERACION DE CAMPANILLA


 





Los siguientes vuelos de campanilla ya los esperaba y surgían rápidos nada más salir de la capital, ella se liberaba de mi cuerpo y salía a disfrutar.
Yo no tenía que hacer nada, simplemente permitirlo y gozar con ella, su risa era contagiosa, su cara de felicidad era como un hermoso poema.
Se extasiaba en su vuelo, contemplando la naturaleza en estado puro, limpio como el aire, nítido como mirado con un gran angular.
Ver los arboles desde arriba, cambio mi perspectiva del bosque, era capaz de apreciar matices que en mi vida había ni siquiera soñado.
Volar y planear por encima de las copas de los arboles era una gozada, jugando me arrimaba mucho a los arboles, hasta sentir como los rozaba con mi tripita y me hacían cosquillas.
Hacia cabriolas en el aire, sintiéndome liviana, cual pluma, dejándome llevar por la suave brisa, planeando sin esfuerzo, todo era fácil aquí, ni siquiera tenía que planearlo, surgía sobre la marcha, eso sí sin perder de vista el otro cuerpo.
Cuando me cansaba, podía posarme en cualquier lugar, pero cuando lo hacía en un árbol, me parecía mágico, era como si perteneciera a ese lugar, como encontrarme en mi verdadero hábitat. Estaba en comunión con el bosque, ¿era aquí donde de verdad pertenecía?
Escuchaba el silencio, aquí el silencio es diferente, dentro del bosque hay susurros, cantos, comunicación, armónicos, solo hay que escuchar con atención, estar presente.
Me sentía libre, sin ataduras, sin tiempo, sin límites, era un espíritu libre, viviendo un momento mágico, en un estado diferente al habitual.
Sentía la calidez del sol en mi cuerpo, en mi rostro lo sentía como un beso cálido que acariciaba mis mejillas, cerraba los ojos para no perderme ese momento en el cual el sol y yo éramos uno.
Poner calificativo a momentos de éxtasis es difícil, por lo que no lo voy a hacer, solo diré que esos momentos siempre fueron felices, vuelos sin motor, en donde la dicha era plena, ¿jugaba a evadir la realidad? ¿Quería vivir un presente diferente? No sabría decir, lo cierto es que no podía sujetarla y nada mas veía el bosque salía rápida de mi cuerpo, sin pedir permiso, para mezclarse con el viento y volar entre los árboles.

Desam. Ferrández

 



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