Madrid….
Madrid me ha ganado el corazón.
Me he enamorado de Madrid, de sus habitantes y hasta de sus
visitantes.
Me ha recibido con sus brazos abiertos, me encanta tu gente,
son muy amables y joviales. Ha sido un viaje impresionante, donde todo ha
fluido, donde hasta el autobús parecía compinchado conmigo, no me dejaba
descansar, saltábamos de una parada a otra y la espera era
muy breve o incluso nos esperaba el vehículo siguiente, para que el poco
tiempo del que disponía me cundiese y
viera lo máximo posible.
Me he sentido viva, todo el tiempo sorprendiéndome por la
arquitectura de tus edificaciones, preciosos ladrillos rojos engalanan las
fachadas. He recorrido desde su casco antiguo hasta sus edificios más modernos
y vanidosos.
También es verdad que he ido de la mano de un madrileño, que me
ha presentado a su ciudad desde el corazón, quizás por eso yo también, lo he
vivido a través de su corazón y su pasión.
No me la esperaba así, tan cálida, esperaba una ciudad fría,
cosmopolita y sin embargo he encontrado una ciudad cercana, afable, sin dejar
de lado su buen hacer y su gran profesionalidad para todos los que he tenido el
gusto de conocer.
Aquí he pagado el carajillo más caro de mi vida, sin embargo lo disfruté hasta la última gota, en un lugar con
encanto el “Café Gijón” aquí he podido disfrutar
de una tertulia muy agradable con mi
guía turístico castizo y particular; no había ningún tertuliano popular, por lo
que es reconocido dicho café, sin embargo todos tertuliábamos agradecidos por
la solera del local, era como que nos inducía a charlar y distendernos,
mientras nosotros observábamos los
detalles del lugar, que bonito espacio…
No me despido de ti Madrid, digo un hasta pronto, me queda
mucho por disfrutar, quiero conocerte, quiero disfrutar de tus museos, de tu
amplia agenda cultural y también adentrarme en tus rincones más secretos, esos que el turista
no ve y sin embargo un oriundo
conoce bien, esos espacios perdidos y
olvidados para el lugareño y que no obstante poseen un encanto especial para el
paseante.
Dicen que hay que tener enchufe hasta en el infierno, pues yo
me voy a provechar de la magnífica antena de la que dispongo, para conocer tus
interiores y así seguir maravillándome con tus gentes y tus edificios, que tan
sabiamente conservas y aprovechas.
Gracias amor por este magnífico fin de semana
Gracias
Gracias
Gracias
Desam. Ferrández