UN ALARIDO ACALLADO
Mi felicidad no es en detrimento de la felicidad de nadie.
Soy feliz porque quiero, porque me sale de mi varita.
Me responsabilizo de
mi vida, de mis errores, de mis defectos, de todas las meteduras de pata
que he hecho, bienvenidas mis equivocaciones, porque siempre me han enseñado.
No digo esto porque nadie haya venido a pedirme cuentas, lo
digo porque mi cuerpo acostumbrado a dormir abrazado durante tantos años con la
culpa, en cuanto tiene ocasión se flagela inútilmente.
No Desam, NO. Cada cual elige su vida y su forma de vivirla
y todo es muy respetable.
Ahora en este momento estoy para perderme en el bosque
espeso, revolcarme en la tierra, patalear descalza, gritar con toda mi fuerza y
danzar entre los árboles, pero la obligación del trabajo me tiene sujeta en
este lugar.
El alarido que lucha por salir se queda en mi boca cerrada,
pero ejerce tanta fuerza que abrasa mi garganta, quema todo el tracto por el
que pasa.
Me pongo enfrente e incito para que salga toda esa rabia
contenida, quito el candado a la caja y le digo sal, se valiente, sal de ese
cuerpo inerte, que poco a poco lo vas desgastando, sal, aquí te espero con los
brazos abiertos, para darte todo el amor que no tuviste, para abrazarte con
cariño, para que te vayas calmando y desde el sosiego puedas echar la vista
atrás para dar amor a todas las situaciones que te hicieron engordar.
Sin temor, todo es pasado.
Mirar al pasado sin juzgarlo, solo para desmenuzar las
lecciones, no para traer al ahora antiguas batallas.
La ira, no eres más que una emoción mal gestionada, siempre
te puedo dar luz y aprender hasta de tu dureza.
Sal, que yo te acompaño, en lugar de encerrarte en ese
cuerpo cansado.
Sal, ve la luz, otras emociones compensaran el gran vacío
que dejas.
Bien, ya se ha calmado la fiera, ahora escucha y como
siempre el amor es el remedio a todas mis trifulcas.
El amor envuelve a mi corazón, este ha estado a punto de
romperse de nuevo, pero a falta de cola, mejor he cogido las riendas de las
emociones, estas, que últimamente se desbocan con facilidad.
Sonrío me siento bien, vuelvo al equilibrio.
La sonrisa de mi boca es contagiosa y todo mi ser sonríe,
siento que las células del torrente sanguíneo se ríen y alborotan felices.
Los saltitos que pegan crean ondas que se expande por todos
los órganos y respiran felices.
Bien Desam Bien, otra prueba superada.
Desam. Ferrández