Lo
recuerdo como si fuera ayer y esto que voy a
contar ya hace años, aunque tampoco podrÃa decir
cuantos, ya que no tengo facilidad para recordar fechas, pero seguro que son más de siete.
Era un domingo espectacular, me pase todo el dÃa en el bosque junto con unos amigos, vaya un disfrute de dÃa.
La zona de Peñagolosa particularmente me parece muy hermosa,
con una luz y una energÃa muy, muy linda.
La gente es amable, cariñosa y te trata bien.
Recuerdo los domingos en Vistabella y sus alrededores con
mucha añoranza, me gusta pasear por estos bosques, madrugar para pasar el
domingo entre verdes de mil tonalidades, con olores intensos a vegetación y
madera.
En el camino de ida siempre iba contenta, feliz de poder
correr por sus prados, llenos de trigales, u holgazanear a la sombra de los
pinos, o buscar robellones y perder el sentido del tiempo, luego comer en el
bar, lo cual implicaba que no tenÃa que hacer ni la comida, para continuar con
otro paseo, con la excusa de bajar la comida y asà poder estirar más, el placer
de estar disfrutando de la naturaleza y seguir abrazando arboles.
La vuelta era más complicada, significaba volver a la cruda
realidad, llegar a casa y más trabajo, obligaciones y preparativos hasta las
tantas, para que al dÃa siguiente estuviera todo listo e ir al trabajo.
Bajaba en silencio, aunque la mente no paraba de hablar. No
querÃa bajar por que habÃa un rechazo a volver a casa y a la rutina.
Ese dÃa iba especialmente triste y el conductor del coche
callado, también absorto en la conducción y en sus pensamientos.
Yo miraba a través de la ventanilla admirando el paisaje,
sintiendo como dejaba atrás a miles de árboles, cuando de repente me veo fuera
del coche volando, pensé, ¿estoy chiflada? Retire la vista, pero volvà a mirar
a través de la ventanilla y seguÃa allÃ.
¿Qué hacia fuera del coche? ¿Me habÃa desdoblado? ¿Cómo es
que volaba?
No puedo expresar bien lo que sentÃ, pero era mismamente
curioso. Nos mirábamos las dos, yo desde luego más atónita que ella, Ella estaba
divertida, por dos cosas:
Una: estaba volando
Dos: mi cara era un poema
Hubo un momento que casi tiene un tropiezo con un árbol, le
avise y ella pudo remontar el vuelo y asà evitar el golpe. Eso fue otra hazaña,
por que se percato que podÃa subir y bajar, planear y disfrutar del vuelo. Ja
ja ja fue un subidón, lo único que tenÃa que hacer yo, era permitirle volar y
ser feliz, de repente se puso a volar acariciando la copa de los arboles con su
tripita, riendo por que le hacÃa cosquillas, planeaba sobre las copas de los
arboles jugando, surcando el cielo, subiendo y bajando dependiendo de la altura
del árbol.
Recuerdo que le dije que entrara al coche, que ya estaba
bien para el primer dÃa, de esa experiencia tan curiosa, me miraba y con sus
ojos me decÃa, NO, no puedes privarme de esto, no puedes privarte de esto, no
me creo que me estés pidiendo que renuncie a esto de verdad, no te voy a hacer
caso, quiero reÃr, sentir y divertirme. Siguió riendo y jugando, mientras yo
también llevaba una sonrisa dibujada en mi rostro, hasta que se acabaron los
arboles y el asfalto nos devolvió a la realidad, entro en el coche, se sentó en
mi regazo y volvimos a ser una.
Desam. Ferrández
Que real Desam¡ Es precioso¡
ResponderEliminarEs q es real, a veces la realidad supera a la ficcion jejje
EliminarA veces nos pasan cosas, casi como irreales. Me ha gustado la lectura.
ResponderEliminarPrecioso, gracias.
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