UNA ESCAPADITA
Es un placer hacer una escapadita al bosque.
Me he ido cuatro días yupi!!!!!
Solo cuatro días, aunque han dado para mucho, me han
permitido desconectar del mundanal ruido de la ciudad y conectar con el
silencio de la montaña; que paz, que relax. Qué bien le sienta al espíritu
romper con la rutina y contactar con otros seres en libertad. Tenía mono de
verde y he disfrutado como una enana, riendo cómplice con las risas de mis
compañeros de viaje.
El alma descansaba en paz sobre la almohada al apagar la
luz, ya que de día volaba libre entre los árboles.
He recorrido bosques espesos donde la luz no atravesaba la
densidad de la vegetación, donde se congelaba la piel, aunque nunca el corazón,
ya que este allí estaba sin mascara, transparente, sincero, porque no había
nada que aparentar, solo había que ser, ser uno con la naturaleza.
A cada paso pensaba que encontraría un gnomo refugiado en
algún tronco y aunque no vi duendes las haditas hicieron de las suyas………. Un día,
después de hacer una excursión y comer de picnic en plena naturaleza, teniendo
mucho respeto en no dejar ni una huella que pudiera delatar que estuvimos allí,
nos dirigimos hacia el coche y en ese mismo instante en que retiro la mirada
del suelo y la dirijo hacia el bosque, me encuentro con cuatro precioso
arbolitos que batiendo sus hojas me saludan, miro los arboles de alrededor, no
hace aire y sus hojas están quietas, no doy crédito a lo que ven mis ojos, se
lo enseño a mi amiga y las dos buscábamos la excusa del agitar de aquellas
hojas, sin encontrarla.
Entonces nos quedamos delante de ellos, dándoles las gracias
por el saludo e imaginando como varias haditas con el movimiento de sus alas,
sacudían las hojas de los arboles delatando su escondite, las lágrimas brotaban
de mis ojos, con una mezcla de gracias porque me habéis permitido estar aquí,
gracias por el amor que en ese momento sentí, gracias porque os habéis
desnudado delante de mí, gracias por el respeto mutuo con el que nos hemos
tratado y mil gracias más; sentí mi corazón y mi pecho henchido de algo sublime
que no puedo nombrar…
Aquí las palabras se quedan cortas y frías. Durante un
momento nos quedamos mi compañera y yo mirando los arboles sin movernos y
llorando de amor.
También había flores
diminutas, preciosas, perfectas, tanto que paraba la marcha para admirarlas,
puesto que la meta no era caminar por caminar, si no caminar disfrutando del
entorno.
Insectos y animalitos se contagiaban de nuestra risa y
felicidad. Alguno hasta permitió ser tocado, mi amiga del alma tiene el don de
la dulzura y así hablándoles con amor consiguió más de un besito. Hubo un
saltamontes grande que la miraba atento a escasa distancia de ella. Ali con su
dedo al lado de la patita del saltamontes y diciéndole lo precioso que era,
consiguió que este pusiera la patita encima del dedo de ella, se apoyara y
luego le dio besitos en la puntita del dedo, las dos reímos, aunque sin
estridencias para no asustarlo, en otra ocasión una cabrita se dejo acariciar
entre la valla y en agradecimiento le chupo con cariño la mano.
Con compañeros así es fácil disfrutar de la magia del
entorno y ser una misma en todo momento. Fuimos amables, cariñosos y educados
entre nosotros y con los demás, de la misma manera la montaña correspondió, con
clima cálido, un cielo azul intenso e incluso unas nubes que de tan preciosas
que estaban, parecía que un pintor loco hubiera madrugado para acabar su obra
justo para la salida del sol.
Gracias queridos amigos del alma, queridos compañeros del
viaje, aunque no de este viaje a los Pirineos, sino del viaje de mi vida, los
cuatro hicimos piña, estuvimos compenetrados en todo momento, haciendo fácil y
mágico este encuentro con la dama de las montañas, para poder captar la esencia
preciosa que emana de la misma tierra y se difunde con la brisa.
Gracias, gracias, gracias
Desam. Ferrández