domingo, 24 de mayo de 2015

SAMU



SAMU CON LIMONERO
¿Qué significa la palabra SAMU?
Trabajo manual realizado con ATENCIÓN PLENA,...estar muy presente en ese trabajo, da igual el trabajo que esté realizando, desde fregar los platos hasta la tarea más común o rutinaria que hagamos en nuestra vida diaria.
Voy a contar la experiencia que he vivido mientras sulfataba un limonero.
Antes de empezar le he presentado mis respetos al árbol, le he dicho que lo honro, bendigo y respeto, que él tiene la elección de vivir en salud o en enfermedad, que lo que decida lo respetare, que lo amo, que tiene poder para lo que quiera y en este momento le tiendo la mano para que sea la única vez que necesite de mi ayuda para sanar. Me descalzo para estar en contacto con lo mismo que el, quizás hasta para sentir el veneno igual que el. Si VENENO, porque para los dos es veneno.
Empiezo a sulfatarlo, veo como las gotas de las hojas se van uniendo para formar una cascada, van deslizándose, como acariciando a su paso cada pedacito de hoja, sigue su camino hasta la rama, continua hasta llegar al tronco, para acabar en la tierra, esa tierra que estoy sintiendo en mis pies. Dependiendo la cantidad de gotas que se unen bajan más deprisa o menos. Observo la unión de estas diminutas partículas generando sinuosos torrentes.
El sol esta alto, si miro mas allá, veo como cada gota que no ha dado en el árbol, lleva un pequeño arcoíris incorporado que brilla hasta llegar al suelo.
Voy girando a su alrededor para que no quede ningún espacio de follaje sin mojar, la brisa hace que las gotas  vayan hacia la misma dirección, conforme giro me quedo a favor del aire, esas chispas transparentes caen en mi rostro sintiendo lo mismo que el árbol, están frescas, pero me desagradan porque se lo que llevan en su interior, yo me puedo retirar cambiar de sitio, lo pienso aunque no lo hago. Pongo pensamiento en el limonero que enraizado en la tierra no tiene posibilidad de huir, ni tan siquiera puede esquivar el rocío continuo cargado de muerte.
Siento como se estiran mis músculos al alargar el brazo para llegar a las partes más altas, siento el dolor en mi mano por estar tanto rato apretando el botón, para que no ceje de salir el líquido cruel, pero sobre todo siento la tristeza de este inmóvil árbol.
El olfato se une a todos estos sentidos, noto el vapor del tóxico que entra en mis fosas nasales, un hedor lo acompaña, como avisando de que no es bueno, me pregunto si el limonero tiene el sentido del olfato.  Mientras, en el mismo espacio cantan los pájaros, absortos en sus juegos, sin darse cuenta de lo que ocurre bajo sus danzas.
Mi mente empieza a valorar y llega a la conclusión de que en esta acción no hay mucha coherencia, las dudas embargan mi sentir ¿es preciso matar a los insectos para salvar al árbol?
¿No tienen el mismo derecho de vida que el árbol? Los insectos pueden emigrar el árbol no. Estoy aplicando la ley del más fuerte, asesino al débil para salvar al fuerte ¿Qué está sintiendo el árbol? ¿Y los insectos?
Hubiera abrazado al árbol…. para demostrarle que aunque soy la ejecutora es por su bien, pero ¿De verdad es en beneficio de alguien? ¿Por qué no abrazo a los insectos? ¿Quizás es porque no los veo?
Acabo la tarea, la verdad es que no me siento satisfecha, siento al árbol más que a los insectos, esto también lo puedo interpretar como discriminación. Solo espero que después de este bautizo el limonero decida sanar y sacudirse de encima esos bichillos que tanto le molesta, esos chupones de savia que a su vez luchan por su vida.

Desam. Ferrández