lunes, 25 de abril de 2016

FLECHAS AMARILLAS

FLECHAS AMARILLAS PARA LLEGAR A MONTSERRAT
Hay muchos caminos en la vida y en estos hay muchas decisiones que tomar, en este camino de Montserrat, ha habido muchas personas que se lo han currado antes de que los caminantes nos echemos a andar, una labor muy bien realizada por cierto. Para que yo pueda ir y disfrutar sin perderme han tenido que pintar señales y poner carteles.
Ha sido muy divertido, era como una gincana buscando las señales, como no siempre estaban en el mismo lugar, íbamos como exploradores en busca de las flechas amarillas “nuestro tesoro” sin embargo cuando de repente estás unas manzanas sin ver la señal empiezas a pensar, estaré en el lugar adecuado o me he desviado del camino y enseguida la siguiente señal, otra flecha amarilla y me vuelvo a relajar y disfrutar del paisaje.
Anduvimos 48 horas para realizarlo, siguiendo unas flechas amarillas, nunca lo había hecho antes y sin embargo te puedes adentrar en el bosque sabiendo que estás en tu camino, en el camino que iniciaste para vivir esta experiencia.
Nos perdimos una vez porque mirando los árboles y los pájaros nos saltamos una flecha, aunque estábamos en una población, no se ve a nadie por la calle, era como que todo el mundo estaba durmiendo, sin embargo como nos perdimos necesitábamos ver a alguien y aparecieron dos personas diferentes que nos ayudaron, dos Ángeles soltados por mi ángel guardián, qué bonito.
Llegamos a una zona donde de repente las marcas desaparecen esto nos generó cierta incertidumbre, fue un tramo donde estaban en obras y las flechas no aparecían, seguimos caminando, obras y más obras, no veíamos letrero ni marca ni tampoco sabíamos dónde habíamos dejado la última, pero volver atrás era como desandar lo andado y eso da pereza cuando una ya esta cansada, sí tengo que seguir pues hacia adelante. Me estaba angustiando y los recuerdos de otras veces que me he perdido en el monte venían a mi cabeza, de repente vemos un guarda de seguridad de la obra, otro ángel, nos acercamos a él y nos dice dónde estamos, explicándonos que como están en obras han quitado las señales para que la gente no pasará porque han cortado el camino, pero que nos deja pasar, aunque no nos sabe decir cuál es realmente el camino que estamos buscando, nos indica la dirección sin embargo no puede confirmar si hay señalizaciones o si hay carretera, hay una probabilidad de que nos metamos en el bosque y sin flechas, nos miramos los dos, mi compañero de camino y yo y decidimos tirar hacia delante, no vamos a retroceder, bueno ya encontraremos el camino, seguimos con cierto desasosiego porque no sabemos lo que nos vamos a encontrar al otro lado de la valla y continuamos nuestro camino en silencio, aprisa, con los perros en el brazo para que no se cansen en exceso, ya que seguramente el camino que en un principio eran de 50 kilómetros se  está convirtiendo en 60, de hecho al finalizar fueron 60, seguimos hacia delante y nada más girar en una curva reencontramos el camino y vemos una flecha súper grande en un árbol precioso, tiene grandes ramas extendidas como abriendo sus brazos para abrazarnos, como diciendo aquí estáis bien, nos miramos y yo estalló en lágrimas porque no puedo más, tenía miedo de adentrarme en un bosque sin saber la salida porque otras veces me he perdido y sentía angustia, no tenía exceso de miedo porque algo en mi decía sigue adelante que está el camino, sigue adelante, pero lo que no esperaba encontrar era esa pedazo de flecha amarilla que llevaba metros sin encontrar, llore y en ese momento compartí con mi compañero que tenía dudas y estaba nerviosa, decidimos comer al abrigo del árbol y dar mil gracias a ese bendito  Ser Superior que nos ha acompañado durante todo el camino, que nos ha agasajado en cuanto yo he tenido alguna necesidad, necesito agua… encontramos fuente,  no estaría mal un café  que voy cansada y  apare el bar o la churrería, me he sentido en todo momento protegida de todo y en paz.
Aquí en este momento donde las lágrimas liberan la tensión de esta inquietud que estoy sintiendo para luego poder salir la risa y agradecer, agradecer y agradecer, me viene a la cabeza la canción de Mecano hijo de la luna y si el niño llora menguará la luna para hacerle una cuna… así es como  me he sentido mecida con amor.
Agradezco a todos los que han puesto las señales porque se lo han currado, han trazado la ruta, han puesto referencias y me lo han puesto muy fácil, porque así solo he tenido que vivir mi realidad, sin tener que estar pendiente de más cosas qué unas flechas y unos carteles, el resto lo llevo encima, un poco de agua, un poco de comida y mi interior, desde este interior he sentido y he meditado en movimiento en este mágico camino.
Me ha gustado mucho la comunión qué he sentido con el bosque, mi mente creativa ha visto montones de duendes, hadas y demás elementales corriendo por el bosque, volando y trepando por los árboles, es algo que se me da con facilidad, miraba el bosquecillo espeso y enseguida me imaginaba como los gnomos que estaban trabajando allí levantaba sus cabezas y miraban quién pasaba por el camino, se asomaban y dejaban de trabajar para vernos, algunos se subían a un árbol para vernos mejor, me lo pasé muy bien, es muy divertido y  creo que todo no me lo invento, seguro que algo veo, pero mis ojos no son capaces de apreciarlo, los intuye y sabe que están y entonces mi mente acaba de hacer la historia, yo lo siento así y sé que están ahí,  mi mente los crea con caritas simpáticas, con ojos grandes y curiosos, que nos ven cómo personajes gigantes y extraños.
He disfrutado tanto que seguro que repito, por lo que se preparen los caminos que igual me corro más de uno de ellos.

Desam. Ferrández            






jueves, 14 de abril de 2016

ARBOL

¿Cuándo fui árbol?
Sí hoy pudiera ser árbol ¿Qué árbol elegiría….?
Hoy elegiría un árbol alto hasta el cielo, con hojas largas, finas, sibilinas…
Me tumbaría a sus pies y miraría el cielo a través de sus hojas, pararía la mente para estar, sin más.
Escucharía el soneto lánguido promovido por la suave brisa, sin prisa las hojas bailan, sin estrés llevan un ritmo continuo, las siento disfrutar de la tierna caricia que reciben.
Oigo sus callados gemidos, me transmiten el placer que sienten en susurros, para no despertar al resto del bosque ya que este dormita.
Sigilosa subo por su tronco, me despojo de ropa y tiempo, para imitar a las hojas, dejándome mecer por el fuerte tronco y sentir en mi piel la caricia de la lívida brisa, tanto siento, que eriza mis sentidos.
Una nube se acerca, me ve y derrama sus frías gotitas sobre mi desnudez, imito otra vez a las hojas, me dejó recorrer la espalda por las primeras gotas, llegando a un éxtasis no planeado y ni siquiera pensado.
Observo como estos brillantes después de recorrer mi cuero se tiran intrépidos, para perderse en el manto cálido que los acoge con deleite.
Siento como se desprenden complaciéndome, disfrutando con el tacto y la visión
Recuerdo este placer ¿Cuándo deje de ser árbol?
Me escurro por el tronco de la misma manera que subí, en silencio para no molestar a los ojillos que ya han despertado y miran curiosos cómo me mimetizo, ahora que el blanco de la piel ya no es tan blanco.
El perfume embriagador de la tierra mojada inunda el sentido menos acusado en esta secuencia, dejo que invada todas las papilas, cierro los ojos, me transporto por el recuerdo mientras mis pies se van hundiendo en la barro, me doblo y clavo mis manos en la tierra, me arrodillo y dejo que el recuerdo de la tierra mojada en mi cuerpo llegue a todas las células, me tumbo en posición fetal debajo del árbol.
Por cuna un manto suave de tierno polvo, por manta una tímida y menuda osa, que desde lejos me ha olido y ha venido a reconocerme, por música y ahora ya sin lluvia, las haditas de las campanillas florales, no sé si he perdido el sentido…o el propio juicio…
Mi imaginación es activa y tengo dudas, no sé si abrir los ojos para despertar de este sueño o quedarme así y seguir sintiendo… si los abro y es un sueño me desvaneceré…
Me quedo quieta, con los sentidos encrespados para que no pierdan detalle.
Vuelvo a preguntarme ¿Cuando deje de ser árbol?

Desam. Ferrández