domingo, 8 de marzo de 2015

MUERTE ORIGINAL



MUERTE ORIGINAL
Todavía me río recordando la comida de ayer.
Estuve con julia (hermosa mujer y amiga incondicional) comiendo en el vegetariano, un lugar muy acogedor y al cual hemos ido más veces, tanto por el menú como por las dueñas, que son un encanto.
Hacía meses que no nos habíamos reunido y le conté el viaje que hice a Madrid, no daba crédito a mi historia, yo misma cuando lo pienso, casi no me creo el desenlace, parece un cuento.
Estaba muy agobiada y decidí hacer una escapada a Madrid, me apetecía ir de museos, no pensar… callejear sin prisa y aunque no tenía planeado ir sola, al final ninguna amiga me pudo acompañar. Pensé mejor, así no hablo de mis problemas.
El sábado a mediodía, salí del primer museo y me dispuse a buscar un lugar con encanto para comer, cuando de repente sale un hombre de un portal y le cae una maceta en la cabeza, esto pasa a escasos metros de mí.
Me acerco corriendo, al igual que otras personas que se encontraban en la calle.
Una mujer enseguida se hace cargo de la situación, luego me entero de que es enfermera, otra llama rápido a la policía. Yo como observadora me quedo en segunda línea por si puedo ayudar en algo.
Miro el lugar, el hombre con la cabeza destrozada y rodeado de tiestos, la planta sin maceta ni tierra también yace en el suelo. Es una planta seca, casi sin vida, desmembrada por el impacto.
La escena es de lo más desagradable, pero permanezco allí por si… la verdad es que no sé porque no me he ido, siendo que esta todo controlado.
La policía hace acto de presencia, tras confirmar el incidente, llama al samur, que llega rápidamente.
Se acerca un policía muy amable y me pregunta si soy familiar de la víctima, le digo que no, que me había quedado por si me necesitaban, pero que ya me iba, el hombre al mirar mi rostro y ver que estaba blanca como la pared, me dice que  si voy sola que no me vaya todavía, la verdad es que mis pies parecen pegados al suelo, no tienen intención de hacer ninguna acción para largarse de esta escena.
Veo como secuencias delante de mis ojos, todos trabajando para atender al que ahora es ya un cadáver, no han podido hacer nada para recuperar al hombre. Vienen los de decesos y ya toman el mando ellos, alguien afanosamente limpia el escenario, vuelvo a fijarme en la planta, toda destartalada la tiran al contenedor.


Ahora me acuerdo que me iba a comer, pero la escena dantesca ha hecho que  pierda el apetito.
El amable policía al verme petrificada en el mismo lugar, se acercó para preguntarme si me encontraba bien, yo le conteste que sí, al no creérselo del todo, me cogió del brazo diciéndome, que lo esperara en la cafetería que había en la acera de enfrente y que en seguida vendría a tomarme los datos y así le podría describir los hechos, ya que yo era una testigo.
Le hice caso y me fui a la cafetería, tampoco tenía ninguna prisa. Me senté mirando el ventanal, para no perderme ni un solo detalle. Trascurrieron diez minutos y Julián, así es como se llama el policía, entro en la cafetería.
Mientras yo sorbía un té, el saco la libreta y empezó a hacerme preguntas, le conté lo sucedido y por supuesto, porque me encontraba allí. Hay que ver como es la vida, tengo que venir a Madrid para que un hombre se muera a mis pies, suena  irónico, pero me pille a mi misma con este pensamiento.
Julián se intereso por mí y esa misma noche me llamo por teléfono y salimos a cenar. Esta fue la primera cita, aunque no la única. En estos momentos Julián y yo mantenemos una apasionada relación, es un hombre increíble, jamás había conocido a ninguno con el que tuviera tantas cosas en común, estamos en constante luna de miel, también he de decir que llevamos solo tres meses juntos, aunque tengo claro que me gustaría envejecer con él a mi lado. Huy me estoy desviando del tema principal.
Vuelvo al incidente de la calle, Julián me contó, que la planta estaba en el balcón del domicilio del fallecido y q este mismo era el encargado de cuidarla.
La viuda había dicho a la policía, que hacía semanas que no la regaba, ya que él estaba muy triste y parecía que se lo había contagiado a la planta. La planta por su parte no tenía otro medio de conseguir agua.
La mujer, les comento que parece de locos, pero ella cree que la planta se movía, que aprovechaba los días de viento, para cambiar de lugar. Los agentes le miraban atónitos por el comentario, salieron al balcón y les indico el o mejor dicho los lugares donde la planta hacia vida, ese día hacia aire y probablemente la planta estaría muy hacia afuera y con la ayuda del viento se cayó, dando casualmente en toda la cabeza de su propio dueño.
La viuda les dijo: a ver si la planta quería suicidarse…….cubriéndose la cara con las manos, empezó a llorar desconsolada, entre gemidos decía, la planta ha matado a mi marido. No había consuelo para la pobre mujer, que tuvo que ser atendida por los médicos.
Yo recuerdo el estado de la planta, estaba rota, destrozada, casi muerta, pero no estaba triste. Esa misma noche luego de cenar, volvimos al escenario del crimen, abrí el contenedor de la basura, para ver la planta, con intención de rescatarla y plantarla en algún lugar, cuál fue nuestra sorpresa al ver que la planta no estaba en el contenedor, mire a Julián a los ojos y le dije, la mujer tiene razón, la planta ha matado a su marido, estaba harta de que no la cuidase,

de que no la regara, llego al límite, iba a morir de todas las maneras por lo que decidió y en defensa de su propia vida, poner remedio a la situación, aunque creo que se le ha ido de las manos, no hacía falta matar y fíjate si es lista que hasta ha huido.
Julián me dice, creo que has visto muchas películas ja ja ja y aunque tuvieras razón, no la detendría, me imagino el cachondeo de toda la comisaría.
Mientras nos dirigíamos al hotel, me dice ¿y si ha encontrado un alma caritativa que la ha cobijado y dado cuidados? Sería un final feliz.
Los dos nos reímos tanto que se nos saltaron hasta las lágrimas, sí que sería un final inmejorable, pero solo para la planta, porque por lo que respecta al hombre ya no tenía arreglo, había pasado a mejor vida sin darse ni cuenta, con una muerte muy original, asesinado por una planta.
Desam. Ferrández


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