EL DIA DE LOS ABRAZOS
Como explicar el gran regalo que significa para mí, cuando
hago las quedadas de abrazos, todo lo que diga es poco, cualquier palabra se
queda sin significado, al lado de las emociones
que en mí se desencadenan.
En Magdalena hice dos encuentros, uno el sábado con los ojos
vendados y otro el domingo sin venda en los ojos.
El sábado fue toda una experiencia, la primera vez que me
quedo con los brazos abiertos esperando a recibir abrazos, oía a la gente a mí
alrededor, debatían si me abrazaban o no, yo escuchaba atenta para intentar
averiguar la decisión, otras veces no hablaban y venían directamente a
abrazarme, ese momento único, intenso, el primer contacto, ese permitir que las
auras se fusionen, son instantes mágicos.
El domingo la quedada era sin venda, “ahí ya estoy en mi
salsa”. Porque digo esto, pues porque ya lo he hecho más veces y tengo cierta
experiencia. Así puedo provocar los abrazos, porque yo sonrió, hablo con las personitas, las veo, les pido
que me den un abrazo, las incito. Al final acabo feliz, no, lo siguiente,
eufórica y sintiendo como todas mis células están desbordadas de amor, de
energía, calor… de hecho a las dos horas de acabar con el evento de los
abrazos, tenía un calor sofocante, sentía en mi pecho y en mi panza un calor
diferente, era un subidón de energía, una acumulación de felicidad. ¿Es posible
tener una acumulación de felicidad? No lo sé, pero yo notaba como saltaban las
células dentro de mi cuerpo, todas a la vez agitándose, como aplaudiendo
contentas.
Es curioso la forma en que la gente abraza, hay para todos
los gustos, unos me dan palmaditas en la espalda, otros me balancean, otros me
aúpan, otros me estrujan como si tuvieran miedo a que me desvaneciera, otros me
frotan la espalda, pero todos lo hacen con amor. La experiencia siempre es
diferente, porque la gente es diferente y vienen a ofrecer lo que tienen desde
la humildad a corazón abierto.
Yo solo puedo dar las gracias a todas las personas, que
dejando de un lado las creencias, vienen a darme un abrazo, a todos mis amigos y
familia, que son mis seguidores fieles, gracias, porque por ser así, yo puedo
ser como soy.
Abrazadora vocacional.
Desam. Ferrández
En un café de Madrid, cuyo nombre no puedo precisar, un señor mayor, de barba entrecanada, leia tebeos y cosas infantiles. Se recargaba el corazón, y lo mas importante, asi mismo se animaba a más y reconfortaba su alma.
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