FLECHAS AMARILLAS PARA
LLEGAR A MONTSERRAT
Hay muchos caminos en la vida y en estos hay muchas
decisiones que tomar, en este camino de Montserrat, ha habido muchas personas
que se lo han currado antes de que los caminantes nos echemos a andar, una
labor muy bien realizada por cierto. Para que yo pueda ir y disfrutar sin
perderme han tenido que pintar señales y poner carteles.
Ha sido muy divertido, era como una gincana buscando las
señales, como no siempre estaban en el mismo lugar, íbamos como exploradores en
busca de las flechas amarillas “nuestro tesoro” sin embargo cuando de repente
estás unas manzanas sin ver la señal empiezas a pensar, estaré en el lugar
adecuado o me he desviado del camino y enseguida la siguiente señal, otra
flecha amarilla y me vuelvo a relajar y disfrutar del paisaje.
Anduvimos 48 horas para realizarlo, siguiendo unas flechas
amarillas, nunca lo había hecho antes y sin embargo te puedes adentrar en el
bosque sabiendo que estás en tu camino, en el camino que iniciaste para vivir
esta experiencia.
Nos perdimos una vez porque mirando los árboles y los
pájaros nos saltamos una flecha, aunque estábamos en una población, no se ve a
nadie por la calle, era como que todo el mundo estaba durmiendo, sin embargo
como nos perdimos necesitábamos ver a alguien y aparecieron dos personas
diferentes que nos ayudaron, dos Ángeles soltados por mi ángel guardián, qué
bonito.
Llegamos a una zona donde de repente las marcas desaparecen
esto nos generó cierta incertidumbre, fue un tramo donde estaban en obras y las
flechas no aparecían, seguimos caminando, obras y más obras, no veíamos letrero
ni marca ni tampoco sabíamos dónde habíamos dejado la última, pero volver atrás
era como desandar lo andado y eso da pereza cuando una ya esta cansada, sí
tengo que seguir pues hacia adelante. Me estaba angustiando y los recuerdos de
otras veces que me he perdido en el monte venían a mi cabeza, de repente vemos un
guarda de seguridad de la obra, otro ángel, nos acercamos a él y nos dice dónde
estamos, explicándonos que como están en obras han quitado las señales para que
la gente no pasará porque han cortado el camino, pero que nos deja pasar,
aunque no nos sabe decir cuál es realmente el camino que estamos buscando, nos
indica la dirección sin embargo no puede confirmar si hay señalizaciones o si
hay carretera, hay una probabilidad de que nos metamos en el bosque y sin
flechas, nos miramos los dos, mi compañero de camino y yo y decidimos tirar
hacia delante, no vamos a retroceder, bueno ya encontraremos el camino,
seguimos con cierto desasosiego porque no sabemos lo que nos vamos a encontrar
al otro lado de la valla y continuamos nuestro camino en silencio, aprisa, con
los perros en el brazo para que no se cansen en exceso, ya que seguramente el
camino que en un principio eran de 50 kilómetros se está convirtiendo en 60, de hecho al finalizar
fueron 60, seguimos hacia delante y nada más girar en una curva reencontramos
el camino y vemos una flecha súper grande en un árbol precioso, tiene grandes
ramas extendidas como abriendo sus brazos para abrazarnos, como diciendo aquí
estáis bien, nos miramos y yo estalló en lágrimas porque no puedo más, tenía
miedo de adentrarme en un bosque sin saber la salida porque otras veces me he
perdido y sentía angustia, no tenía exceso de miedo porque algo en mi decía
sigue adelante que está el camino, sigue adelante, pero lo que no esperaba
encontrar era esa pedazo de flecha amarilla que llevaba metros sin encontrar, llore
y en ese momento compartí con mi compañero que tenía dudas y estaba nerviosa,
decidimos comer al abrigo del árbol y dar mil gracias a ese bendito Ser Superior que nos ha acompañado durante
todo el camino, que nos ha agasajado en cuanto yo he tenido alguna necesidad,
necesito agua… encontramos fuente, no
estaría mal un café que voy cansada
y apare el bar o la churrería, me he
sentido en todo momento protegida de todo y en paz.
Aquí en este momento donde las lágrimas liberan la tensión
de esta inquietud que estoy sintiendo para luego poder salir la risa y
agradecer, agradecer y agradecer, me viene a la cabeza la canción de Mecano
hijo de la luna y si el niño llora menguará la luna para hacerle una cuna… así
es como me he sentido mecida con amor.
Agradezco a todos los que han puesto las señales porque se
lo han currado, han trazado la ruta, han puesto referencias y me lo han puesto
muy fácil, porque así solo he tenido que vivir mi realidad, sin tener que estar
pendiente de más cosas qué unas flechas y unos carteles, el resto lo llevo encima,
un poco de agua, un poco de comida y mi interior, desde este interior he
sentido y he meditado en movimiento en este mágico camino.
Me ha gustado mucho la comunión qué he sentido con el
bosque, mi mente creativa ha visto montones de duendes, hadas y demás
elementales corriendo por el bosque, volando y trepando por los árboles, es
algo que se me da con facilidad, miraba el bosquecillo espeso y enseguida me
imaginaba como los gnomos que estaban trabajando allí levantaba sus cabezas y
miraban quién pasaba por el camino, se asomaban y dejaban de trabajar para
vernos, algunos se subían a un árbol para vernos mejor, me lo pasé muy bien, es
muy divertido y creo que todo no me lo
invento, seguro que algo veo, pero mis ojos no son capaces de apreciarlo, los
intuye y sabe que están y entonces mi mente acaba de hacer la historia, yo lo
siento así y sé que están ahí, mi mente
los crea con caritas simpáticas, con ojos grandes y curiosos, que nos ven cómo personajes gigantes y extraños.
He disfrutado tanto que seguro que repito, por lo que se
preparen los caminos que igual me corro más de uno de ellos.
Desam. Ferrández
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