martes, 23 de diciembre de 2014

UN ALARIDO ACALLADO



UN ALARIDO ACALLADO

Mi felicidad no es en detrimento de la felicidad de nadie.
Soy feliz porque quiero, porque me sale de mi varita.
Me responsabilizo de  mi vida, de mis errores, de mis defectos, de todas las meteduras de pata que he hecho, bienvenidas mis equivocaciones, porque siempre me han enseñado.
No digo esto porque nadie haya venido a pedirme cuentas, lo digo porque mi cuerpo acostumbrado a dormir abrazado durante tantos años con la culpa, en cuanto tiene ocasión se flagela inútilmente.
No Desam, NO. Cada cual elige su vida y su forma de vivirla y todo es muy respetable.
Ahora en este momento estoy para perderme en el bosque espeso, revolcarme en la tierra, patalear descalza, gritar con toda mi fuerza y danzar entre los árboles, pero la obligación del trabajo me tiene sujeta en este lugar.
El alarido que lucha por salir se queda en mi boca cerrada, pero ejerce tanta fuerza que abrasa mi garganta, quema todo el tracto por el que pasa.
Me pongo enfrente e incito para que salga toda esa rabia contenida, quito el candado a la caja y le digo sal, se valiente, sal de ese cuerpo inerte, que poco a poco lo vas desgastando, sal, aquí te espero con los brazos abiertos, para darte todo el amor que no tuviste, para abrazarte con cariño, para que te vayas calmando y desde el sosiego puedas echar la vista atrás para dar amor a todas las situaciones que te hicieron engordar.
Sin temor, todo es pasado.
Mirar al pasado sin juzgarlo, solo para desmenuzar las lecciones, no para traer al ahora antiguas batallas.
La ira, no eres más que una emoción mal gestionada, siempre te puedo dar luz y aprender hasta de tu dureza.
Sal, que yo te acompaño, en lugar de encerrarte en ese cuerpo cansado.
Sal, ve la luz, otras emociones compensaran el gran vacío que dejas.
Bien, ya se ha calmado la fiera, ahora escucha y como siempre el amor es el remedio a todas mis trifulcas.
El amor envuelve a mi corazón, este ha estado a punto de romperse de nuevo, pero a falta de cola, mejor he cogido las riendas de las emociones, estas, que últimamente se desbocan con facilidad.
Sonrío me siento bien, vuelvo al equilibrio.
La sonrisa de mi boca es contagiosa y todo mi ser sonríe, siento que las células del torrente sanguíneo se ríen y alborotan felices.
Los saltitos que pegan crean ondas que se expande por todos los órganos y respiran felices.
Bien Desam Bien, otra prueba superada.
Desam. Ferrández


 

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