ENTRE
NARANJOS
Esta
mañana he amanecido activa, con ganas de jugar y para calmar la vidilla que
llevaba dentro me he ido a pasear.
Para
hacerlo más divertido me he puesto el disfraz de abeja, ¿os acordáis de la
abeja Maya? Yo era fan de ella.
Una
vez puesto el disfraz me puse a revolotear de flor en flor cantando, en un país
multicolor nació una abeja bajo el sol….
Agradeciendo
al sol por su calor, ya que a pesar de que la frente la llevaba perlada de
minúsculas gotitas, el sol le daba energía a mis alitas.
Feliz,
sonriente iba posando mis diminutas patitas en las delicadas flores con cuidado
para no lastimarlas, jugando sorteaba los naranjos, imaginando que me
perseguían y las flores eran la barreras que utilizan los niños para estar a
salvo.
Que
maravilla de variedad de flores, tanto de color como de forma, desde la altiva
Buganvilla al sencillo cardo, desde el digno Lilium al blanco Jazmín, pasando
por la Celestina y algún resto de Jacaranda, florecillas pequeñísimas y otras
grandes, pero todas con la misma vida, dejándose acariciar por la suave brisa,
dando gracias a la tierra que la nutre y acoge con calidez, una tierra amable
que a pesar de parecer abandonada de la mano del hombre, siempre está
acompañada por el universo y esos seres pequeños y divertidos que juegan como
yo, imaginando historias.
En
un momento de despiste por estar atenta al disfrute, que no a lo que me rodea, me
he tropezado con una zarza, ésta ahora ya no tiene flor, tiene fruto, sus moras
están formadas de una piña de bolitas, me ha hecho gracia e intente coger una
bolita entre mis patitas, pero estaba fuerte, pensé da igual me la puedo comer
aquí mismo y eso hice, darle un mordisco chiquitillo, que ha hecho que me
salpique toda la cara jaja, un liquido viscoso y morado ha adornado mis mejillas,
eso provocó mi risa, ummm estaba rico.
Seguí
con mi paseo de vez en cuando descansaba en la sombra de algún naranjo, sin
parar de mirar, a ver que otra perla en forma de flor divisaba para ir a
susurrarle cosas lindas a la oreja, para que a cambio me dé su preciado polen y
así se establezca un intercambio y yo no sea una simple saqueadora.
De
regreso a casa no sabía si quitarme el disfraz o dejármelo, con el hago
increíbles piruetas, hasta me he lanzado varias veces por la hoja de una
magnifica palmera a modo de tobogán.
Me
encanta jugar, ser como los niños que no tienen límites, ni obligaciones. Algún
día me atreveré y desechare las obligaciones para poder entretenerme en el
aire, flores o nubes el tiempo que quiera, hasta entonces doblo con cariño el
disfraz, para la próxima salida.
Desam.
Ferrández
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